Microcuento light #2114
Todo fue culpa de tu vestido.
Luego fue culpa de los tragos de más.
Luego fue culpa de ese bar de más, de esa esquina oscura, y del atrevimiento a bailar.
Más que bailar nos repartimos caricias; tus manos me guiaban. Yo obviamente disfrutaba.
Y así amanecimos, en el cuarto equivocado, sin saber que había pasado.
La culpa es ajena, cuando la noche es buena.
Todo fue culpa de tu vestido.
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