Amigos Antagónicos

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Posted in Mi transpiración... by neztha on junio 22, 2011

Me despierto hoy, día que celebro mis 30 años, y me encuentro a mi hijo a mi lado en la cama con su típica pereza para levantarse (lo entiendo completamente y comparto su pereza). Cuando ya hemos dado unas 30 vueltas, peleado un rato, vuelto a dormir y luego despiertos de nuevo por los regaños de mamá, me dice: «Papá: feliz cumpleaños. Te voy a dar un abrazo con mis pies.»

Ni la discografía de Bob Dylan o una villa en Ibiza, son tan buenos como ese singular y original regalo de mi hijo: un abrazo con los pies.

No he querido pensar en mis 30 años, porque no se si agradecer por estar vivo, o analizar el porqué no estoy muerto.

Son 30 años con muchísimos fracasos, pero con enormes éxitos personales.

Son 30 años con enormes alegrías, pero con penas que me hacen aprender.

Así que son innecesarias las semblanzas o cualquier otro resumen acerca de cómo llegue hasta ser lo que soy hoy, porque en la de menos, algo pase esta noche, y sea otra circunstancia mañana.

El asunto es que llegué a los 30: tengo un hijo, hace unos días sembré un árbol, y ya casi termino mi libro.

A seguir sumando, y trabajando, porque los feos somos más, y algún día dominaremos el mundo.

Diapsalmata…

Posted in Inspiración de otras partes... by neztha on junio 4, 2011

Comienza un incendio en la parte posterior de un teatro. El payaso sale a avisarle al público; el público lo toma como un chiste y aplaude. Lo repite; el aplauso es todavía mayor.

Pienso que así llegará el mundo a su fin: con aplausos generales de personas que creen es un chiste.

Søren Kierkegaard

El almuerzo…

Posted in Sin categoría by neztha on junio 1, 2011

Abro mi cajita de «estereofón» (nombre que me agrada por lo stereo), la cual emana un agradable olor a pescado. Mi esposa se ha tomado en serio más que nunca mi propósito de no comer carnes rojas, por lo que sé que en eso no me va a fallar.

Abro la cajita, y encuentro una ensalada a la que le sobraba la cebolla morada, pero tenía suficiente pepino; le faltaba aderezo.

Un plátano frito; así como lo lee. Solo uno.

Estaba por cierto sobre unos innecesarios frijoles, que casi fijo eran importados y salían más baratos que los que producen los frijoleros nacionales. Por culpa de esto, los frijoleros un día de estos, solo podrán comer sus caros frijoles; o dedicarse a sembrar otra cosa; o el terror.

Seguimos paseando por mi caja de almuerzo, y está presente el infalible arroz (imagino que importado también en circunstancias parecidas a los frijoles) impecablemente blanco; tal y como me gusta. Minimalista.

Desgraciadamente, en Costa Rica estamos tan mal, que hasta el arroz y los frijoles los adoptamos de un país extranjero.

Y vamos al causante del olor que salía de la caja: el pescado.

Como siempre en los pescados de soda, era una casi transparente capa de pescado envuelto en un kilo de empanizador. Esta vez venía sobre él, acompañándolo, una pretenciosa salsa tártara, la cual era una mala combinación de crema dulce, mantequilla, algo que parecía queso, y quien sabe cuántos otros ingredientes secretos de una cocinera o mesero con las manos dudosamente limpias.

Con hambre, le «entré» al almuerzo con ganas, pensando en toda la gente que lo único que hacen en blogs o redes sociales (o lo mejor que hacen), es contar vagamente lo que viven a cada instante; incluso mientras almuerzan.

Lo que cague, será la segunda parte de esto…